_03 SUBVENCIONES QUE EMPOBRECEN



Los agricultores de los países ricos y los de los países pobres y emergentes compiten para vender sus productos en los mercados mundiales. Los primeros tienen regadíos y toda la tecnología propia de la agricultura moderna: tractores, semillas de calidad, fertilizantes, herbicidas e insecticidas, etc. Los segundos a menudo tienen graves dificultades para acceder al agua y normalmente no disponen de ningún tipo de tecnología.







A pesar de esto, cultivar productos agrícolas en los países pobres y emergentes sigue siendo mucho más barato que producirlos en los países ricos. La agricultura de aquellos países, a pesar de su pobreza, es extraordinariamente competitiva. Producir una tonelada de azúcar en la Unión Europea cuesta unos 670€, mientras que hacerlo en Brasil, Guatemala, Mozambique, Zambia o Malawi cuesta unos 280€. Los agricultores de los países ricos tendrían las de perder en los mercados mundiales si estos funcionasen de manera más justa y equitativa.





Los gobiernos de los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón subvencionan fuertemente a sus agricultores para que sean competitivos, con unas ayudas que a veces suponen la mitad o más de sus ingresos. Eso hace que estos agricultores cultiven a gran escala e incrementen notablemente la oferta mundial de productos agrícolas, haciendo que sus precios en los mercados mundiales caigan sensiblemente (entre un 5% y un 35%).





Los agricultores de los países pobres y emergentes, que necesitan vender sus productos en los mercados mundiales, son los más directamente perjudicados por estas subvenciones y sus efectos sobre los precios. En algunos casos, los ingresos que obtienen de sus exportaciones caen drásticamente. En otros, pierden la posibilidad de exportar a muchos países porque no podrían igualar los precios subvencionados de sus competidores. La mayoría de agricultores de los países pobres, que ya de por sí son pobres, ven cómo a causa de las subvenciones su nivel de vida empeora todavía más.




A veces, la caída en los precios mundiales es tan fuerte que estos agricultores no pueden ni cubrir sus costes de producción, por bajos que sean, y se ven obligados a abandonar sus cultivos. Sólo podrían competir con los precios subvencionados de los agricultores de los países ricos si sus gobiernos los subvencionasen también a ellos. Pero sus países son demasiado pobres como para hacerlo.







Además, las subvenciones no solo son una barrera para la exportación de los países pobres a los mercados mundiales. También perjudican a los agricultores pobres que quieren vender en sus mercados locales, porque en una economía globalizada la caída de los precios agrícolas mundiales acaba arrastrando a la baja los precios locales.







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Font Dades: Informe d’Oxfam nº 27 (2002) / Stiglitz, J.E. y Charlton, A.: Comercio justo para todos, Taurus 2007.