_08 REGULACIONES CONTRA EL CAOS

EJECUTIVOS IMPRUDENTES Y DERIVADOS SUICIDAS

La crisis del 2008 ha golpeado tanto o más duramente a los países ricos que a los países pobres y emergentes. La Gran Recesión ha hecho que caigan drásticamente sus ingresos fiscales y que los gobiernos no sepan cómo pagar los servicios públicos que constituyen el Estado del bienestar. Por eso, los ciudadanos de los países ricos, si quieren preservar sus derechos sociales, tendrían que ser los primeros interesados en reclamar reformas profundas de los mercados financieros internacionales. ¿Cuáles tendrían que ser estas reformas? Stiglitz reclama con urgencia algunas como éstas:

1. Los ejecutivos del sector financiero suelen tener un sistema de retribución salarial muy imprudente: cobran unos bonus astronómicos cuando su entidad obtiene unos buenos beneficios a corto plazo y sus acciones suben en la bolsa. Eso genera incentivos perversos: los directivos, para conseguir estos bonus, a menudo asumen riesgos irresponsables que pueden provocar grandes pérdidas a largo plazo a sus bancos -cuando probablemente ellos ya no estén- y contribuir al estallido de una crisis como la del 2008. Para evitarlo, hay que vincular las pagas de los banqueros a los rendimientos a largo plazo del banco que gestionan: si su sueldo refleja tanto las ganancias como las pérdidas, estarán incentivados para actuar de manera prudente.

2. Los derivados son activos que, teóricamente, sirven para disminuir los riesgos financieros, pero en la práctica se han convertido en “armas financieras de destrucción masiva” (Warren Buffet). Son los productos financieros más propicios para la especulación. Derivados como los credit default swaps (CDS) tuvieron un papel clave en la crisis del 2008. Son un tipo de seguro contra la quiebra de determinados bancos. Pero los puede comprar -y especular con ellos- cualquier inversor, no sólo los bancos afectados. Así, los propietarios de CDS están interesados en que el banco asegurado quiebre, porque así ellos harán negocio. Hay que regular estrictamente los mercados de derivados -y los CDS en particular- para evitar que puedan poner en peligro la totalidad del sistema financiero.


CLIENTES PROTEGIDOS, BANCOS MÁS PEQUEÑOS Y REGULADORES LIBRES 

3. La historia de las hipotecas subprime ha demostrado que con tal de mejorar sus beneficios a corto plazo, los bancos estaban dispuestos a colocar sus créditos incluso a personas que difícilmente podrían devolverlos. Para conseguirlo, a veces incluso llegaron a ocultar las condiciones reales del contrato. Miles de personas hipotecadas se han quedado sin casa al descubrir que no podían pagar. Se necesitan mecanismos de protección para evitar que los clientes que contratan productos financieros sean poco o mal informadas por los bancos.

4. Hay bancos tan grandes y tan interconectados con el resto de bancos que, si quebrasen, arrastrarían todo el sistema financiero detrás de sí. Son las entidades “demasiado granes para caer”. El gobierno, si corren peligro, se verá obligado a rescatarlas para evitar un colapso general del crédito. Conscientes de ello, estos bancos asumen riesgos imprudentes para obtener mayores beneficios, sin preocuparse de si así se encaminan a la quiebra. Es el llamado “riesgo moral”: el hecho de que determinadas garantías generen irresponsabilidad. La solución es muy sencilla: dividir cada uno de estos bancos tan grandes en varios bancos más pequeños. “Si son demasiado grandes para quebrar es que son demasiado grandes para existir” (Stiglitz)

5. Los Estados cuentan con instituciones públicas encargadas de regular el sistema financiero. Sin embargo, la capacidad del sector financiero para influir sobre los reguladores públicos es inmensa -con frecuencia porque sus responsables proceden del propio sector o acaban trabajando allí-. Es el caso más claro de lo que se conoce como la “captura del regulador” (por parte del sector regulado). Las últimas décadas, el sector financiero ha impedido repetidamente que los reguladores aprobasen normas que perjudicaban a sus intereses particulares, pero que favorecían el interés general y hubiesen evitado la crisis. Impedir la “captura de los reguladores” es vital para regular adecuadamente los mercados financieros.