_01 LA GLOBALIZACIÓN FINANCIERA
El capital financiero tendría que servir, en principio, para financiar la economía productiva. A partir de los años setenta, sin embargo, los mercados financieros internacionales entraron en una nueva era de desregulación. Desde entonces, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación y amparados por las políticas económicas neoliberales, los capitales financieros disponen de total libertad para circular por las diferentes bolsas del planeta, guiados sólo por la búsqueda de la máxima ganancia en el plazo más corto posible.

Un volumen incalculable de dinero gestionado por bancos, fondos de inversión y fondos de alto riesgo -los llamados hedge funds- se mueve por esta red financiera global, comprando y vendiendo divisas, acciones, deuda pública, “derivados” y “futuros”, a menudo a la velocidad de la luz. La inmensa mayoría de veces no buscan inversiones productivas, sino operaciones meramente especulativas que -cuando salen bien- proporcionan incontables beneficios sin haber generado la más mínima riqueza.

La libre circulación de capitales es una fuente constante de inestabilidad para el conjunto de la economía mundial desde hace décadas. Los inversores, tal y como llegan masivamente a los países que les parecen atractivos para invertir, se van masivamente cuando se producen pánicos financieros que se autoalimentan a sí mismos. Tienen un comportamiento parecido al de una manada de búfalos: cuando hay alguna señal inquietante huyen en estampida, a menudo de manera irracional. Sin duda, la economía global crecería a un ritmo más vigoroso y de manera más estable -y el mundo sería un lugar más próspero y más seguro- si los mercados financieros estuviesen correctamente regulados.